miércoles, 23 de febrero de 2011

Reflexiones para el debate

El asunto del hábitat es tan importante como la vivienda misma

SON DEMASIADAS PARA FUERTE TIUNA

José Manuel Rodríguez

La ciudad es un derecho de los ciudadanos. Esto no está en discusión y los habitantes de los cerros en situación de peligro deben ser bajados al valle, que también les pertenece. Los barrios que tenga tradición y arraigo y puedan permanecer estables en las colinas, tienen que ser rehabilitados y equipados para convertirlos en lugares de buen vivir. Entiendo que ese es el espíritu de las AVIVIR, áreas de la ciudad que el Ejecutivo reordenará para realizar en ellas planes vitales de viviendas y equipamiento urbano y ese espíritu tiene que impregnar toda la ciudad. Las AVIVIR serán centenares.

Una de las primeras AVIVIR que se está planeando es Ciudad Tiuna, destinada a acomodar 40 mil familias, la mayoría damnificadas. Entiendo por eso la presión que actualmente existe, y sé que para tal decisión se han hecho las estimaciones necesarias, pero, lo que quiero es que hagamos una reflexión preguntándonos si las condiciones que se le van a ofrecer a esas familias están dentro del rango del buen vivir que todos anhelamos.

Para facilitar esta reflexión haré dos estimaciones con los datos que conocen y manejan los urbanistas. Esos datos nos permitirán revisar la ocupación del suelo que generan 40 mil apartamentos con todo el equipamiento y los servicios que ellos necesitan. Veamos entonces.

Si los edificios tuvieran diez pisos, que es una altura todavía razonable para viviendas, tendríamos más o menos 500 edificios con 80 apartamentos cada uno. Esos edificios ocupan un espacio en el suelo, y un espacio, aún mayor, sus estacionamientos, así consideremos sólo un puesto por cada dos apartamentos. Esos edificios para “respirar” necesitan de retiros adecuados que pueden usarse como pequeños jardines. Esto nos lleva a estimar en 2.480 los metros cuadrados por edificio. Es decir, estamos hablando de aproximadamente 124 hectáreas ocupadas por los edificios de viviendas.

Pero, insisto, la ciudad no es sólo viviendas, ella tiene jardines de infancia, escuelas y liceos. Tiene dispensarios, ambulatorios y hospitales. Tiene bibliotecas, cines y teatros. Tiene plazas, parques y canchas deportivas. Tiene áreas productivas que dan vida al comercio al mayor y al detal y tiene, por último, espacios de abastecimiento y de disposición de aguas servidas y desechos sólidos. Es lo que se llama equipamiento urbano, que se estima en aproximadamente 10 m2 por persona.

Si todo este equipamiento, para el caso de Fuerte Tiuna, estuviera a nivel del suelo estaríamos hablando de 200 hectáreas adicionales. Pero buena parte de este equipamiento puede resolverse en varios pisos, con lo que es razonable reducir esa cifra a la mitad. Tendríamos entonces 100 hectáreas adicionales ocupadas por las áreas colectivas de los ciudadanos, a las que hay que agregar la vialidad que, para un desarrollo de esta magnitud, está alrededor de las 25 hectáreas. Es decir, la ciudad Tiuna que se está planteando requiere de 249 hectáreas para desarrollarse debidamente, y estamos hablando de una densidad bruta de más de 800 habitantes por hectárea (de las más altas de Caracas). Pues bien, el área disponible en Fuerte Tiuna sólo llega a 172 hectáreas.

Hagamos ahora la segunda estimación con algo que a mi me parece espeluznante, subamos la altura de los edificios al doble, es decir, a 20 pisos. De esta manera tendríamos la mitad de ellos, 250 en total, pero su área de ocupación aumentaría a 4.280 m2 pues sus espacios de estacionamientos son más grandes y también sus retiros en razón de esa altura. Esto genera una ocupación, sólo para las viviendas, de 107 hectáreas. Como el equipamiento se mantiene igual ya que es la misma población, el total sería de 232 hectáreas. A pesar de la bárbara concentración en vertical todavía nos faltarían 60 hectáreas, apenas 17 menos que en el caso de los edificios de 10 pisos, lo que nos demuestra que es poco lo que se gana con mayor altura y mucho lo que se pierde.

Alguien nos dirá que no se necesitan tener vehículos individuales, pues eso es ajeno al socialismo, en teoría comparto esa opinión, sin embargo, los vehículos ya existen, se ha luchado muy poco contra el consumismo y no hemos avanzado tanto en la sustitución del transporte individual por transporte colectivo como para olvidarnos de los primeros. Si los estacionamientos no se hacen, tendríamos cerca de 20 mil vehículos montados en las aceras y en los jardines, convirtiendo en un caos las áreas colectivas, y esto sin mencionar los centenares de busetas y camiones de abastecimientos y servicios.

También podrán decir algunos, que no hay necesidad de colocar allí todo el equipamiento urbano que mencioné, pues Caracas ya tiene buena parte de ese equipamiento y la gente que va a vivir ahí es de esta ciudad. Tal cosa es una falacia. En los cerros de Caracas, que es de donde va a provenir esta gente, el equipamiento urbano, o no existe, o es miserable.

Con estas estimaciones en el papel permítanme, para orientar la reflexión, plantearles una vieja tesis ya harto discutida. En viviendas populares los edificios de gran altura son contrarios al buen vivir. Estas viviendas necesitan estar cerca del suelo al cual los niños lleguen con facilidad (y sus madres puedan con la misma facilidad vigilarlos) y sin ascensor que, además de costosísimos, se echan a perder irremediablemente. Edificios así, de baja altura, adosados para formar bloques con patios internos, permite un uso más racional del suelo y facilita la autogestión de los vecinos en el mantenimiento y manejo de las áreas colectivas. Esto nos permitiría asumir que una densidad alta para viviendas populares, en el valle o en sus colinas, debe tener como tope los 480 habitantes por hectárea.

Bien es cierto que la aplicación de esta tesis en el caso de Ciudad Tiuna sólo pudiéramos llegar a las 17 mil viviendas y las necesidades son bastante más. Sin embargo, no atropellemos las AVIVIR (que son una extraordinaria propuesta). El buen vivir es permanente y la emergencia pasajera, multipliquémoslas por toda Caracas hasta alcanzar la meta establecida.